Friday 4 July 2014

De Werthers y Blumes.


Estando en el norte, decir west coast es decir; California, San Francisco, Portland (tan de moda hoy), Las Vegas. Pero en mi viaje hacia los territorios recostados sobre el oeste de Estados Unidos, no visite ninguno de los mencionados. En su lugar fui a Park City, Utah a visitar a una gran amiga y su familia. La ciudad era divina, a 1300 mts. sobre el nivel del mar. Rodeada de montañas, es un reconocido lugar para practicar deportes de nieve. También es sede del Sundance Festival, pero lamentablemente, no pudimos ir por razones climáticas y/o de voluntad.

Una vez en Sin City (asi suelen/solían llamar a Park City los mormones, que tienen su Headquarter en Utah). Flor y yo emprendimos nuestro viaje a Zion National Park. Si hay algo que recomendaría hacer en Estados Unidos es hacer la mayor cantidad de Roadtrips que les sea posible. Pero no me quiero adelantar. Nuestro viaje comenzó con algunos contratiempos. Una hora de viaje y al detenernos en una estación de servicio me percaté que mi billetera no estaba donde debía, es decir; conmigo. Por lo que tuvimos que dar la vuelta. Eran las 7 am, la vuelta iba a suponer dos horas de retraso, en un viaje que debía ser de 6 horas, y a eso debíamos sumarle una parada para comprar algunas cosas que estábamos necesitando para acampar. El viaje que en un momento tenía como hora de llegada el mediodía, pasó automáticamente a tener como hora de llegada a las 3 de la tarde. Considerando que era verano y que las zonas de camping son bastantes limitadas, corríamos el riesgo de quedarnos sin lugar, pero aún así, decidimos intentarlo.

El camino era bastante directo por lo que nos mantuvimos en la misma ruta durante la mayoría del trayecto. El paisaje ofrecido variaba entre grandes ciudades como Salt Lake City, a pequeños pueblos, a rest stops perdidos por el camino y claro, The Rockies a nuestro lado y en el horizonte. A medida que nos acercábamos a destino, el paisaje iba cambiando, el verde dejaba lugar a un paisaje desértico, que hasta entonces, sólo había visto en las películas. A unas 80 millas de la entrada sur del parque, nos cruzamos con la entrada norte,  usada mayormente por hikers un poco mas experimentados.  En ésta, además de proporcionarme la información de cómo llegar a la entrada sur, nos mencionaron que no había lugar disponible en el área de camping. La mala fortuna parecía perseguirnos. Pero no por mucho tiempo, justo mientras volvíamos a meternos a la autopista, nos topamos con dos jóvenes que estaban haciendo dedo, y como teníamos lugar disponible, decidimos levantarlos. Eran dos jóvenes franceses que habían recorrido el parque en 3-4 días y estaban volviendo a la entrada sur a buscar su auto para proseguir su aventura hacia Bryce Canyon. Ellos nos mostraron como llegar, y también, nos facilitaron la entrada al parque con su pase anual. De esos momentos en los que reis y pensás, “Ja! La típica uruguaya, colarse al parque sin pagar entrada”. En ese momento ya nos habíamos ahorrado los 25 dólares diarios que cobran por dejar entrar un auto al parque. G O L A Z O. Pero todavía teníamos que encontrar un lugar para acampar, cosa que a priori no parecía una tarea sencilla. Recorrimos ambos campings sin suerte alguna, parecía que nos deparaba una noche durmiendo en el auto, pero justo una Park Ranger que cuidadaba uno de los campings nos comento que había una pareja que estaba buscando compartir su área de camping, y obviamente ahí fuimos, les dejamos una nota avisándoles que queríamos compartir y nos tiramos en el pasto a descansar, con la esperanza de que todo saliera bien. La respuesta no llegaba, y para peor, nos percatamos que nunca habíamos comprado comida ni agua, por lo que debíamos salir del parque y arriesgar nuestra entrada gratis en pos de nuestra supervivencia. Lo hicimos, y luego paramos a cenar en un restaurant mexicano, dónde guacamole de por medio, recibimos un llamado confirmándonos que teníamos lugar para acampar. No nos importaba pagar lo que debíamos, y volvimos emocionados al parque, para encontrarnos con que las casillas a la entrada estaban vacías y las barreras levantadas. A esta altura, la mala fortuna se había quedado en Park City. Esa noche nos quedamos con una pareja de New Jersey, quienes nos recomendaron que trails valían la pena, y que otros quizás, no lo valían tanto. Esa noche acampamos debajo de un árbol, con una noche despejada, y la luna casi llena, jugando a las escondidas detrás de las montañas.

Al otro día comenzamos nuestra aventura, 6:30 am. Angel’s Landing era nuestro destino. El templo de Eolo, un monolito natural de casi 600 mts (lo cual puede no sonar a mucho, pero considerando que era en constante precipicio, lo hacia un poco más intenso). La entrada no era muy esperanzadora, un cartel avisaba que desde 2004, seis personas habían muerto en el trayecto. Nos reímos, cómo para esconder un poco el nerviosismo, y seguimos. El senderismo tiene su forma de alejarte de la laptop, el celular, la tele. De mantenerte activo, de hacerte sentir vivo. Subimos el trayecto en poco mas de 2 horas. Comiamos Beef Jerky y nos manteníamos constantemente hidratados. Mirábamos incrédulos hacia el precipicio y jugábamos a no tener miedo, pero nuestras rodillas se empeñaban en decir lo contrario. La bajada ofreció cierto alivio, una vez que salimos de la parte más “peligrosa”. Para el mediodía, y con 100 Fahrenheit de temperatura (casi 38 grados centígrados), el desierto nos ofrecía su cara mas cruel. Extenuados, optamos por tomar una siesta luego de almorzar. Para recargar un poco de energías. Luego de la siesta, nos dirigimos al rio que estaba debajo de nuestro camping a unos 100 metros. Nos limpiamos un poco y luego pusimos las reposeras en el agua y nos sentamos a leer un rato. Para la tarde, teníamos pensado hacer Weeping Rock, un sendero corto que se podía hacer en media hora.

El trayecto comenzó bien, eran las 18:30, el último shuttle pasaba 21:30 por lo no debíamos tener problemas. Pero así como lo estoy avisando, ya pueden ir imaginándose que estaba por suceder. Como era un trail corto, decidimos ir de chancletas. Flor tenía una ampolla por la escalada de la mañana y a mi me encanta andar en chancletas por lo que ambos estábamos contentos con nuestra decisión. Luego de 45 minutos de caminar montaña arriba, comenzábamos a sospechar que algo no cerraba. Pero como buenos uruguayos con fiebre mundial, seguimos adelante. Minutos más tarde, nos encontramos con un par de hikers, padre e hijo, quienes nos avisaron que no estábamos en el camino a Weeping Rock, nos habíamos desviado bien al comienzo y estábamos a tres cuartos (que resultó ser mas como la mitad) de camino hacia Hidden Canyon, otra de las atracciones mas peligrosas y extenuantes del parque, en chancletas. Pero no por mucho tiempo, cuando el camino se hizo mas arenoso y debíamos recorrer el contorno de la montaña, con una caída libre bajo nuestras narices, decidimos hacer la de Mowgly y nos descalzamos, más charrúa imposible. Terminamos Hidden Canyon descalzos y la sensación de haberlo logrado en esas circunstancias nos lleno de alegría, allá arriba, mientras mirábamos águilas que sobrevolaban las montañas, en constante vigilia de su inmenso territorio. Nos sentamos a descansar, tomar fotos y comer algo. Pero desgraciadamente, no teníamos tiempo para mucho mas. Eran las 19:30 y teníamos casi dos horas de camino hacia abajo, antes de que pasara el shuttle que nos llevaría al camping, si lo perdíamos, eran unas cuantas millas -el bus demoraba 20 minutos-  para caminar, sobretodo después de un día en el que estuvimos tantas horas escalando/caminando. Pero llegamos justo a tiempo para el ultimo shuttle y volvimos al camping con una sensación de haber tenido un gran día, que no tuvimos mejor idea que volver al pueblo, a nuestro restaurant mexicano por nuestro guacamole. A esta altura, el mozo ya nos reconocía. Luego de semejante día, nada mas ameno que un cigarrito mientras conversábamos sobre el devenir de nuestras vidas y nuestros tormentos. Cómo para hacer catarsis y terminar el día sintiendo que cada segundo de éste fue aprovechado. En esta era de los celulares, eso es algo bastante difícil, al menos en lo personal.

Para el último día, teníamos planeado hacer The Narrows. Un sendero de unas 6 millas. Caminando rio arriba por el Virgin River, catalogado entre los 5 mejores hikes de EEUU según la National Geografic.  El lugar parecía salido de una película, las paredes de la montañas bailaban cada vez más y más cerca mientras nosotros caminábamos entre sus piernas con el agua por nuestras rodillas, contra la corriente. Con cada paso, las paredes parecían crecer y nuestra humanidad se hacía más insignificante. El agua fría proveniente de lo mas alto de la montaña ayudaba a nuestros cuerpos a compensar el calor del desierto y la altitud del Colorado Plateau. Luego de caminar unas 3 horas aproximadamente, decidimos pegar la vuelta. El cansancio se hizo notar y tuvimos un par de caídas, que para esa altura sólo nos hicieron reír. De Uruguay a ese lugar. Esas cosas que son difíciles de soñar, pero cuando pasan se vuelven de ensueño. Volvimos a nuestro camping, fuimos al río por nuestro baño, levantamos nuestro camping y away we go. Obviamente, previa visita al restaurant mexicano y nuestro guacamole.

Fue un viaje que surgió repentinamente, y termino siendo increíble. Espero en un futuro poder seguir escalando con amigos y conociendo lugares cómo estos.


Angels Landing // Zion National Park! from Florencia Mieres Van der Werf on Vimeo.
Acá les dejo algunas fotos y un videito de lo relatado!

Tuesday 13 May 2014

The kindest of fates.

Antes de empezar voy a aclarar que sigo con el teclado en inglés y si bien voy a tratar, no puedo prometer que mi ortografía sea de la mejor.

Y bueno, después de casi un año vuelvo. Quizás hasta uno de los mejores de mi vida (por eso se justifica que mi prescencia en las redes sociales haya decaído tanto). Y digo quizás porque pese a haber hecho nuevas amistades de esas que van a durar años, fue un año que pase lejos de la gente con la que crecí, y por ende voy a pensar que en mi mejor año los voy a tener a todos. Pero fue un buen año, uno que nunca me hubiese podido imaginar por allá en 1993 cuando con 6 años empacabamos las cosas en diciembre y alquilabamos nuestra casa a extraños que venían a veranear a Punta del Este. Nos acomodabamos todos en la calurosa y anticuada casa de mis abuelos, tan lejos de la playa, tan cerca del asfalto asfixiante ese de enero. Pero por mas pesimista que quiera ser; el destino siempre me ha sido amable.

Desde la última vez que escribí han pasado tantas cosas! tanta gente, tanta música, tantas ciudades! Cosas tan locas y tan increíbles!

Dublin se quedó con un lugar de mi corazón. Además de mis amigos tuve dos relaciones con mujeres increíbles. Jo, una cantante con una voz divina que estoy seguro que pronto la va a romper. Y Becca, mi compañera de viajes, una de esas minas de las que parecen haber pocas.


Luego puse por primera vez un pie en Inglaterra (y no me gustó!) Toda la vida diciendo que NY y Londres eran mis ciudades favoritas al reverendo pedo. Pero en fin, llegué a Liverpool para que Gregg un joven gales, me llevara en auto a traves de inglaterra hasta llegar a Reading, para el festival local de música. 220000 personas acamapando por 4 dias. Glorioso. Pero fue aún mejor una semana después cuando volví enfermo a Irlanda luego de 4 noches durmiendo en el piso y salimos con mis amigos hacia Electric Picnic, otro festival de musica donde acampamos durante 3 dias y tuve la suerte de ver a Robert Plant tirado en el pasto y que me vibraran los huesos con el riff de Whole Lotta love.



Luego conocí París y me enamoré de sus calles, sus tejados, sus librerias, sus quesos y sus panes. Aunque la comida y el Louvre me decepcionaron un poco. Me encantó la casa de Monet. Son gustos personales supongo. Nuevamente a Inglaterra para conocer Londres. Esa ciudad a la que nunca podría pertenecer. Ese monstruo de actividad economica donde todos parecen adictos a su trabajo. Me di cuenta de lo bello que es Punta del Este y su ritmo de invierno lento, de esos noviembres mágicos y de esos marzos de tranquilidad cuando los tuve lejos. Típico. 

Volví a Dublín a mi trabajo de cocinero en Harry's Cafe en Dun Laoghaire, a mis breaks para fumar tras el almuerzo. A vivir una vida tranquila de levantarme temprano, caminar a la estacion del tren, trabajar, volver a casa, fumar uno, pasar un buen rato con los roomies y a dormir. Me inscribí en un taller de creative writing. El profesor, David Butler resultó ser alguien bastante ameno de quien aprender y además, hizo su tesis sobre Onetti. Posta, un irlandés hizo su tesis doctoral en Latin American Studies sobre Onetti. Asi de genial e increíbles son algunas de las cosas con las que me he topado. Como resultado tuve un par de short stories que me gustaron, en algun momento se las mostraré.

Berlín y su encanto tan underground, esa nación a la que todo el mundo castiga por su pasado, pero nadie se castiga mas que ella misma. Esa que a pesar de haberse caido varias veces hoy lleva a Europa de arrastras fuera de la crisis.Y esa Berlín que da deficit economico pero genera el mas bello superavit cultural que se puedan imaginar. Esa Berlin, que sufrio como nadie la guerra fría, y que alguna vez supo ser protagonista de las pagínas mas negras de la historia; hoy es simbolo de diversidad más que ninguna otra. Cuando estuvimos allí, tuvimos la suerte de quedarnos en la casa de un pintor alemán llamado Deenesh Ghyszy, muy copado. Ahh, mi alemán probó ser de un lo suficientemente bueno como para manejarme hablando casi nada de ingles, incluso cuando perdí mi billetera en el tren y tuve que ir a reclamar y hacer la denuncia, divino.

Y me llegó el momento de volver, pero no sin antes recibir una fiesta de despedida increíble. Punta del Este al fin, y mis amigos que tanto extrañé, mi familia y en especial mi hermana pequeña, de 16. Pero no era tiempo de quedarme, asi que tras un mes y medio de vacaciones , los cuales incluyeron una siempre bienvenida visita a buenos aires para ir al Lolapallooza con mi pequeña hermana, volví a subirme a un avión con dirección al norte. Acá estoy, en este monstruo de 4.5 millones de habitantes que es Atlanta. Acá estaré por unos meses antes de que vuelva por unos meses más (6) a mi Punta del Este amado, después quién sabe. Hace 3 semanas que estoy y ya estuve diambulando antes de ensuciarme las manos. Y conocí otra de las ciudades mas lindas que he conocido; New Orleans. En mi top 3. Paris, New Orleans, Manhattan. Tan asi, en ese orden. Ir al festival de Jazz de New Orleans fue de ensueño. No encuentro las palabras para describir lo genial que es, su arquitectura, su ritmo de vida apasiguado, sus mecedoras al frente de las casas, su comida, sus putos alligator po-boys y sus cangrejos fritos, todo. Luego la ruta, ir unos dias a la playa en Florida para que a los 5 minutos de meterme al agua se me cruce un tiburoncito por al lado (de poco menos de un metro en realidad) pero tiburoncito al fin, me quedé en el agua, el se fué. Yo gané. (Para vos Barney!!!)
Mi ultima parada fue Savannah. Una de las ciudades mas viejas (y mejor conservadas del Sur de EEUU). Uno va con esos antecedentes y espera una cosa y Savannah cumple. Pero luego va mas allá; la Universidad mas grande de Savannah es la SCAD (Savannah College of Art and Design) y eso se nota en su gente, en el ambiente, en sus cafes, en su noche, en sus bicicletas viejas, en todo. 

Se que escribí con muchas faltas, y ni me preocupe en releer el texto. De nuevo les pido disculpas. Con el tiempo lo iré corrigiendo. Me vuelvo al sobre, que ya me entró el sueño. Les vuelvo a escribir en unos meses, porque ahora es hora de ensuciarse un poco las manos.